Edición 52
"La casa": una meditación sobre la memoria y el espacio por Mateo Granillo
La casa
I
Las sombras se arrastran por la casa
llevan los secretos de un lado a otro,
cambian de lugar la mesa y las sillas
escriben cartas hechas de amor con polvo.
Son traviesas, esconden dulces para irritar a los niños
le ponen lodo a las alegrías.
Endulzan las papas y las cebollas,
enchilan el piso y los libros
amargan la pobre madera
son como las canciones viejas,
pasan horas arrastrándose
mezclándose entre las tablas del suelo.
Se ríen a oscuras de nosotros,
porque buscamos la luz.
II
Por la mañana la casa cae
en el completo silencio,
hoy es especialmente triste.
Crecí aquí, envejecí
junto con las puertas, a ellas no se les nota,
pero doce años son para mí poco más de media vida.
El piso sintió la evolución de mi melancolía,
mis pasos se hicieron ligeros
como la caída de las hojas en el jardín.
Cuando nada suena es difícil sentir que existo
sueño con levantarme de la quietud
pero mi cuerpo es un ancla en el silencio.
Las paredes escucharon cada anhelo, cada suspiro y cada sollozo.
Esta casa y yo conocemos bien nuestras soledades
nuestros silencios que duelen.
Hace un par de horas que no está papá,
tampoco mamá.
Tomás, el perro, murió el año pasado.
Es un silencio de ultratumba. Algunos pájaros
se acercan a decirle cosas a las ventanas,
ojalá pudiera entenderlos.
No es que la casa esté poblada por fantasmas, pero
el silencio es pesado como un planeta
y la casa da órbitas a su alrededor.
Me voy a bañar para irme de esta quietud pero
el silencio es un cuerpo bien gordo
que me hace imaginar situaciones terribles en la regadera.
De las tuberías caen mil muertes distintas y
se van por la coladera. El miedo
se queda aquí conmigo
Después al vestirme siento tristeza pienso
si debería cantar una canción bonita
o si eso sólo sería más triste.
Si debería hacer algo para solucionar esta tristeza
o espero a que se vaya sola, que alguien hable por teléfono
para que desaparezca la soledad.
Me acerco a las ventanas para escuchar el susurro de los árboles y de los pájaros
pero sólo hay un sonido.
Una ausencia.
III
Tiempo después
la casa fue demolida.
Cayó piedra por piedra
fantasma por fantasma,
demolieron los años,
ladrillo a ladrillo.
Ahora, un agujero
en donde estaba el jardín.
Una huella de hierba donde los cuerpos yacían.
Un pedazo de tierra y cascajo
por cada una de las alegrías
arrasadas por la maquinaria.
El peral tenía hojas rojas
un recordatorio del otoño que llego herido.
No habrá nunca más helechos.
Ni jardín.
Sólo una gigantesca torre
en la que vivirán millones
de nuevas sombras y amarguras
y otras cosas que no dejan dormir.
Noticia Biográfica
Mateo Granillo nació en la Ciudad de México en 1993. Estudio Cinematografía en el Centro de Capacitación Cinematográfica A.C. En dónde dirigió los cortometrajes “Una línea de sangre†(2012) “Necrópolis, serán ceniza mas tendrá sentido†(2016) y el cortometraje documental “¿Qué es el tiempo?†(2017).
En el aí±o 2013 fue seleccionado en la beca para Jóvenes Escritores Capítulo Monterrey impartida por la Fundación para las Letras Mexicanas. En 2014 participó como lector en el ciclo Poesía para el Nuevo Milenio en la Feria de Libro del Palacio de Minería. Ha publicado en las revistas electrónicas La Rabia del Axolotl, Le Miau Noir y Plot Point.