Edición 54
Víctor Rivera
Obsidiana
II
Intentas el sonido con que caen las espigas a la tierra.
Buscas la arcilla con qué hacer el instrumento
que te de la imitación de lo que al aire se acerca.
Sin conocer el acento que devuelve
el orden de las lluvias,
haces tu creencia de llamar al agua
con una música que se le parezca.
Trabajas con nuevo material
lo que desde un comienzo se hace antiguo:
incompletas melodías de un collar
como la sombra de las palmas
en la mar que recomienza.
Pero el misterio sobrepasa toda imitación
y te sorprendes tan vacío como una costa virgen,
mientras el jadear de tus potros hace surcos,
moviendo pájaros que vuelan al paso.
Algún día bajo los guijarros,
encontrarás la canción con que poblar la noche,
en la ignota tierra de los mares y las selvas.
III
Si buscas lo semejante a la primera noche de tu cuerpo,
acude al sesgo de la hierba
que oculta la pupila de los corzos,
al velo que esconde la mirada
en espera de conocer lo nunca visto:
Horas de silencio
en que sólo por partes
se entrega cada presencia.
Tiempo de nacer al agua,
a los ríos que llaman
para ser tocados.
En barcos que por primera vez experimentan
el espejo de los mares,
haces los vértices de tu efigie,
la libertad de tu velamen,
hoja minúscula,
sobre el cristal más frágil de la tierra.
Lo semejante a la primera noche de tu cuerpo,
está en todo lo que puede dar una bandada de pájaros,
en una galería de huellas y de sombras
que te recuerdan el momento de ceder tu palabra
ante lo que no conoces.
V
Nada sabes si desconoces el gesto
con que las hojas se acercan a tu mano,
como tu mano al péndulo del fruto,
atraído el elemento por el elemento.
Nada sabes si no atiendes
la conversación de los árboles,
ni el verbo antiguo de los líquenes
en sus silabas lentas.
Ignoras el callado vuelo
y el canto que anuncia
otras maneras de transitar la tierra:
Por los espacios marinos
la brújula que guía el ala del albatros,
es la que mueve el cardumen
que en la rada representa
la danza de los bañistas.
Ignoras en el reino del aire,
otras maneras de esperar la noche,
la plenitud lunar en el cuarto de las vírgenes,
el beber del ciervo en su fuente de sed elemental.
Tú que pasas hollando las praderas,
tú que apenas conoces
otras formas de hacer un eslabón de oro,
aprenderás con el tiempo
a ser espiga y oquedad,
el estrato en que los musgos inicien
su fermento laborioso.
Nocturno
En la región donde bebe el tigre junto al ciervo,
en el abrevadero de las sales
donde el cazador renuncia a su presa,
escucha el ruido manso de los belfos,
y permite que te tome para sí la piel manchada,
luna de los tigres
y su reinado de salvaje inocencia.
Monta el ciervo que enmarca la noche con sus astas:
no temas perder en su cabalgar el astrolabio, el sextante,
o la brújula coleccionada en un anticuario de Londres.
Encuentra la manera de abrevar con las criaturas,
y sigue el canto del guía primitivo,
el aceite de sus lámparas,
la paloma que en la noche resplandece.
Permite que te tome para sí la piel manchada,
y sé la levedad con que los tigres viajan
en la penumbra de saetas florecidas.
Cazador de los que ya no hay allende a las orillas.
Antigua música
Hubo un tiempo
en que reposaste tu cabeza,
como una garza en su plumaje,
escuchando la música de tu propio cuerpo.
Hibernabas sin saberlo
en el refugio de tus órganos,
como un animal que se prepara para vivir,
haciendo lento
el compás de sus latidos.
Escuchabas las réplicas de un mundo subterráneo
que desde el fondo miraba
la humana correspondencia.
Fueron las cuerdas
de ese laúd suspendido
dentro de ti mismo,
lo que te hacía frágil
e invencible,
sensible al más mínimo acento
traído por el aire.
Noticia Biográfica
Víctor Rivera (1980), Popayán, Colombia. Músico violinista de la Universidad del Cauca, Colombia. Integrante de varios ensambles orquestales, de música de cámara y música antigua. Investigador y productor de programas radiales dedicados a la música clásica en la radio de La Universidad del Cauca. Actualmente es Estudiante de Maestría en Literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá. Parte de su poesía aparece en el libro Llama de piedra. Poesía contemporánea en Popayán (1970-2010) del Ministerio de Cultura. Ha colaborado en revistas de poesía como La Raíz Invertida, Letralia, Cantera, entre otras. En el 2011 publica con la editorial Gamar, su libro de poemas La Montaí±a sumergida. Recientemente obtuvo el Premio de Poesía Editorial Praxis 2016 por su poemario Libro del origen.