Edición 59
Once poemas de María Paz Guerrero
La vieja sentada en la mesa
sus manos aruñan la comida
su boca chupa el hueso solitario
cuando engulle
sus músculos tiemblan.
Absorta en su trabajo
avanza como caracol
Parpadea
Todo su tiempo contenido
en ese despojo
*
Descarga su peso sobre las horas
como si el atardecer
torbellino,
como si la vista desde el piso octavo
lo acercara a Marina
79 años
se desploma contra el césped
se parte los dientes.
En al ascensor Marina
le agradece a Dios
y tapa su boca mueca
*
Desde el piso octavo busca historias:
Antes, la sangre de Marina era
el ciclo solar de su cuerpo.
Ahora la mano temblorosa
arranca un diente
y esta nueva sangre
le recuerda cómo la carne
-no solo el iris, ni el tiempo-
también se parte
No sabías quién era
y aún así buscaste en las grietas del aire
su gesto suspendido.
Indagaste con la tenacidad muda
del animal
encontraste
su risa repetida
en la retina de los niños
el silencio cóncavo en el corredor
la ausencia nítida
que revela la cicatriz en el ojo
Me levanto y la boca es una mancha
me estiro, reptil
pinto las uñas de mis pies
Salgo al parque
el aire juega como niño
infla mi pecho cansado
me sube a la copa de la acacia
me da vueltas
Delicada, frágil
destruí la noche
Ahora
todo está hueco de sí mismo
traslúcido
solo queda el rayo diminuto
que parte por la mitad la añoranza
El perro se acuesta en la orilla
resopla sin asidero
Ella consume la fragilidad del animal
esa tenaz consistencia del pulmón marchito
ella fuma
-silenciosa, con la cautela que mata el tiempo-
fuma
para acompañar el resuello
Es su único apego
ese perro dañado
Benjy
Benjy ama a Cathy
escucha quietudes, aires
The sound and the Fury.
Quiere ser bobo
hablar como asno, mula de carga
quiere ser este que es ahora:
uno más cercano.
¿A qué suena su infancia?
a tienda, martillos.
La percusión está abajo y los chelos arriba
donde llegan los pájaros.
Benjy besa, se pega a Cathy
lame su rodilla fresca
confunde a su hermana con la flor
confunde la falda de su hermana con la muerte
Ahora mismo las plantas están vivas
impávidas no saben que Eulalia las pinta
Diana las hace sonar
y yo las escribo.
Ellas
mueren
respiran
se llenan de sí mismas
mientras nosotras
inventamos su gramática
Infancia
*
Reúne guijarros en los bolsillos
los arranca del suelo
para llevarlos al agua
los mete en peceras para que respiren
y acostumbrarlos a su próxima morada
*
Cuando el niño ve la piedra
se la lleva
la piedra es suya, desde siempre,
así como los pedazos de madera.
Pero no se puede llevar la quebrada
así aprende que hay cosas que no son de él
Escribe ese pedazo que vibra
sutil
escribe con un cuchillo
y después corta cada filamento
para unir ese intenso
dislocado
grave
camino
Edipo se quitó los ojos
yo me arranco las palabras
No quiero ser muda
quiero sonidos por eso aúllo
El mundo es tonto
no habla
Yo grito por él
Noticia Biográfica
María Paz Guerrero nació en Bogotá el 3 de mayo de 1982. Literata de la Universidad de los Andes donde fue publicada su monografía meritoria de grado, "El dolor de estar vivo en los Poemas Póstumos I de César Vallejo". Realizó maestría en literatura comparada de la Universidad de la Sorbona Nueva, París, con tesis titulada "Del silencio al instante en la poética de José Manuel Arango". Dirigió tres seminarios de poesía, cada uno con duración de un semestre, en la librería Casa Tomada. Actualmente es profesora de tiempo completo del departamento de Creación Literaria de la Universidad Central. Hace parte de la antología Moradas interiores, editada por la colección de poesía de la Universidad Javeriana con prólogo de Oscar Torres y selección de Jorge Cadavid, publicada en Abril de 2016.