Edición 60
Dos poemas de Diosce Martínez
Crónica de un caracol
En busca del caracol
-el tiempo se detiene-
me asfixio en reparar los días
hasta volver al jueves siete,
a la segunda calle,
a la casa con una bodega
y techo de asbesto.
Las dos mujeres y un hombre
afuera el carro encendido
que encierra a un hijo.
Miro los ojos de dos extraños
siento el arma en el rostro,
las mujeres gritan,
el hijo lucha,
no cae, no se rinde.
Los extraños no disparan,
el padre no carga el cuerpo en sangre.
Nadie llora,
nadie muere esa tarde
-detengo el tiempo –
guardo al hijo en mis manos.
Simulo ser Dios
cuidando un caracol.
In memoriám
Esparcimos en secreto
las cenizas de la memoria
para que los vivos escuchen
los pasos de los que fueron.
Cada tarde nos sentamos
en el patio
imaginamos
que somos pájaros
y no hay sequía.
Todos escuchan
cuando en las ramas
un hombre ruega
que no haya llanto sino lluvia.
En nuestro pecho
hay una bandera
como herida.
Fijo mis manos
para que no te desangres.
Todos mansos,
callados,
caminamos en fila india
hacia el verdugo
con ojos triunfantes.
Apunta con un fusil
¿Escuchas la brisa?
creo que es un ángel que
susurra una canción.
Siempre sentí la vergüenza
en los huesos.
No quiero caminar,
“la esperanza es para los otros”
decía Kafka.
Parece que todo fue inútil
Nadie ahuyenta a la bestia
que nos devora
en el miedo del
fuego del infierno.
La palabra no salva
Quisiera morir
y que mis hijos
no crezcan con el peso
de mi culpa
que aplasta
con cascos oliva.
Noticia Biográfica
Diosce Martínez (Venezuela, 1988). Comunicadora social y promotora cultural. Actualmente se desempeña como periodista de la editorial independiente Letra Muerta. Colabora en revistas nacionales e internacionales. Además es creadora de la cuenta Poesía venezolana en la web y compiladora de la antología Tiempos grotescos, poesía venezolana reciente (2016).