Edición 4
Patricia Iriarte: selección de sus poemas
Tiempo de mar
Miro el reloj:
han pasado treinta años.
No espero más
Renuncio a sentir
el ardor en medio de mi pecho.
Cansada,
pongo sobre mí el mar
como una manta.
(De Mal de amores)
Denso y ácido
Es sábado
y la mañana ha logrado cuajar
un sol de mayo
Un paisaje me espera
más allá del embalse
para limpiar mis ojos
Un paisaje, pienso,
como hoja fresca de menta
para el aire denso y ácido que
la ciudad ha metido en mis pulmones
Conduzco sola por la ancha vía
De pronto
el fluido metálico y ruidoso
se hace lento se atasca se detiene
La mañana se ahoga en un cordón policial
el sol se estrella en una sábana blanca
que alcanza a duras penas
a cubrir un cuerpo
Los brazos en cruz
la espalda enfriando el pavimento
el auto manchado
la cicatriz en mis ojos
la cicatriz en mi memoria
la cicatriz
que nunca cierra
(De Territorio del delirio)
El mismo río
Aguas arriba
la vida profanada se descuaja en sangre.
Vegetal y humana sangre
de las tierras arrasadas.
El plasma se ha mezclado con el río
y los niños se bañan en ese flujo atroz.
Las mujeres bajan con la ropa sucia
para lavarla en la corriente
sin imaginar
cuánta culpa pondrá ella
sobre la piel de los suyos.
Las niñas llevan a casa el agua cruda
para cocinar el alimento
y es así como el pescado
acaba hirviendo en sangre,
sedimento y vergüenza.
La lluvia cree limpiarlo todo
pero en realidad, todo lo ignora,
en su infinita inocencia.
(De Libro de viaje)
Fotogramas
Pasan mujeres frente a mi ventana; mujeres que decido mirar un momento más, como una condición para continuar el día.
Mujeres que pasan por la acera de enfrente enseñándole al mundo su andar de mujeres.
Algunos hombres entran en el cuadro que forma mi ventana, pero la gracia, hay que decirlo, quizás no sea una virtud masculina.
Ellas saben llevar sus livianos vestidos, sus bolsos de mano, su caminar ausente o atento o distraído. Llevan su vida, la muestran, la ofrecen al mundo en su paso sereno, en la curva de su espalda, en el gesto de su frente, en la distancia que pueden alcanzar con su mirada.
Observo esas mujeres, a veces; alguna que pasa, que roza mis ojos, que me atrapa. La sigo entre las palmas y el follaje de los robles hasta el tejado de una casa que me la arrebata. Luego se pierde en la siguiente cuadra.
Entonces imagino su voz, le invento una historia… la abandono, me abandona.
Regreso a mis quehaceres hasta que en la próxima mañana o en la tarde de la espera, otra mujer pasa frente a mi ventana.
(De Libro de viaje)
Árbol, pájaro, nido
Esta mañana el ajetreo de los pájaros me resulta insultante. Son casi las once y divago, me distraigo y me debato entre hacerme el desayuno y estrenar los libros relucientes.
Qué hago aquí, me pregunto, como si tuviera una respuesta. Como si tuviera que tener una respuesta. Son casi las once y los pájaros parecen recién levantados. Vuelan por todas partes, diseminando semillas y anunciando algo de lo que no nos percatamos; discutiendo, silbando, resolviendo cosas del almuerzo, supongo. ¿No era pues, al amanecer cuando encendían sus gargantas para después volverse invisibles entre el rumor de la ciudad, hasta la hora del ocaso?
¿Qué hago yo aquí, ociosa, inútil y humana entre tantas aves laboriosas que no cesan de poblar esta mañana? Por todas partes se escuchan; por el manglar, por la playa, por la avenida; alargando el día con su sola presencia, con el solo sonido de su palabra: pájaro, que es toda música y libertad, libertad y desorden en las horas.
Pájaro, árbol y nido se confabulan en un himno elemental, en una imagen esencial de la naturaleza que persiste en su quehacer, en su milenaria colaboración para producir más árboles, más pájaros. Para arrullar la semilla que vuela y luego se sumerge en la tierra oscura y tiembla y se deshace en hojas que guardarán al nido y así pueda producirse, entonces, una mañana como esta en la que no me queda más remedio que escribir este poema.
(De un libro inédito)
Noticia Biográfica
Nacida en Sincé (Sucre), Patricia Iriarte Díaz Granados estudió Comunicación Social y es Magister en Estudios del Caribe de la Universidad Nacional de Colombia. Sus intereses la han llevado a incursionar en el periodismo, la investigación, la museografía y la gestión cultural. Ha publicado tres libros de poemas: Mal de amores (1992), Territorio de delirio (1998) y Libro de viaje (2008), además del Manual para cubrir la guerra y la paz (1999), Totó, nuestra diva descalza (2004 y 2010) y Los usos del audiovisual en el Caribe colombiano (2011), en coautoría con Waydi Miranda. Desde 2014 imparte la cátedra de Poética latinoamericana y caribeí±a en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, labor que comparte con la escritura de crónicas, entrevistas y reseí±as para su blog http://cantaclaro.blogspot.com.