Edición 10
Javier Foguet: 5 poemas
Montaña en el mar
Para siempre tendré
contigo este coloquio.
¿Qué tiempo me sustraje
al hambre de paisaje?
Ya me gusta el olor
de la hierba, el color
futuro de tu pelo.
He entendido que quiero
sólo la poesía
donde no sé llegar.
La montaña en el mar.
Adoro todavía
tu voz cuando comienza
la canción. De qué modo
en ella me abandono!
También cuando termina
me ha perdido su tono,
su trazo en la neblina.
(Ahora llueve en el cerro.
Puede haber azucenas,
no lo sé, yerbabuena,
berro junto al arroyo;
entrecierro los ojos
en el bosque de hierbas.
Siento tus pies abrirse
camino en el rocío:
la lluvia toca todo
lo que quiero tocar…).
Es que no hay nada más
lejano que tu música
o el olor de estas rústicas
ramas…Esa es la trama
de nuestra silenciosa
coversación. La cosa
perdida vuelta a hallar.
La montaña en el mar.
Estrofa
Mucho tiempo ha pasado que escribía
sobre los árboles, la compañía
frecuente de mi mente, la poesía
de su ser exterior, su lejanía:
una brisa menuda al mediodía
sobre las copas…fuego verde…ardía…
Cartolina
Reciba, madre mía, esta relación,
mi diseño del pico y el cráneo
de los pelícanos
que comen de las olas
metálicas al sol, gruesas como caldo:
acéptela y no pregunte por mis uñas…
Días enteros estuvo la tribu
flotando contra las rocas
a la espera de una agitación del mar…
Hasta que la vena llegó hoy:
hilera tras hilera de material
que va a detonar en una playa.
Las olas se espigaban
en dirección al sol,
aunque esto es cierto
toda vez que bajamos tarde
el camino de las hamacas.
(De mañana tienen la turbidez
-la niebla de un pez-
de la base del mar.)
Yo sin embargo, donde las olas concluyen
pienso dejarme
flotar, bajar en el puerto
a comprar frutas
o a esperar la tormenta
que unas brisas anunciaron:
las brisas sin sonido
son las olas sin sonido
de la atmósfera.
Mire desde aquí el mar,
tanto más lejano, inmóvil y pacífico.
Como si nada estuviera escrito.
A un viejo poeta
Un cable tendido sobre el bosque
para conversar con tu poesía.
Ruido de fondo:
el dolor de garganta de bóreas.
Tus palabras son brillantes
como el viso feldespato
en un campo de hielo
y son la oscuridad de dios.
Te he visto acercar -te admiro-
una linterna
a las yemas de los dedos
para afinar, en ese resplandor,
el nervio de tus textos…
Poema
Viajo y me abandono
a la poesía. Como se dice
cuando todo va quedando atrás.
Amo el espacio
(la canción
que tarareo
y dejaré perderse)
y no hay argumentos
místicos de inmovilidad
-de culpabilidad-
que sean más poderosos
que el extrañamiento con el paisaje.
(Yo tengo un tamaño,
el planeta tiene el suyo…)
Noticia Biográfica
Javier Foguet publicó La tumba de los viajes (Ediciones del Copista, Córdoba, 2006) y El humor de la luz (Huesos de jibia, Bs. As., 2009). Colabora en la revista Hablar de poesía.