Edición 11
Denisse Vega: selección de su poesía
*Poemas tomados de El primer asombro (Animal de invierno y Paracaídas Editores, 2014).
Poema
A lo mejor hay una línea que sobrevuela la muerte y respira en el poema.
De pie ante un destino que muge, los trémulos ojos de extranjero
detenidos en el recibidor. La espiral de insignias y sellos
que nada dicen de nuestro nombre apenas entrevisto.
Cuando de pronto, sin consultarnos, se nos echa de la vida
con la casa a medio hacer
o la pavesa de lo nunca sido entre los dedos.
Soñando con sujetar lo que veloz y fugazmente bate
en la opacidad del verano
nos confiamos al metal que cede en la hoja,
ligamento de una otredad que libremente gesticula,
agua llevándonos río abajo a una inviolada memoria.
Negados astros resbalan de nuestro índice
–poder incierto de las gloriosas aguas,
satélite ebrio de días siempre inaugurales–
y es nuevamente pura la confusión de los ojos.
Enclave
El poema está listo.
Eleva casas, puentes, barcas hundidas,
aves de diversa estación migratoria, vidas
que hacia todos lados se desplazan.
Hace realidad lo que no se toca
y simple fábula lo palpado todos los días.
El poema está listo. Yo estoy en otra parte.
El que estuvo escribiéndolo al pie del aserradero,
ha desaparecido.
Desde el vidrio del poema
veo su último retrato, enjambre en vilo.
El poema está aquí, tiene forma humana, animal,
de mesa, calle, estrella. Ocupa mi espacio,
que ya no es propio. Respira por mí, habla por mí,
en una olvidada lengua por nuestro cansancio.
El poema está listo. Le es entendible
el trémolo final de la tierra.
Roer no es necesario.
Concierto del ángel
Busqué a mi ángel. Lo encontré
en las arenas de una rendida memoria.
No me reconoció. Todo hallazgo fue entredicho,
línea a línea fui borrándome hasta el primer asombro.
Es el precio del ángel, me lo advertiste,
en cuanto te vea habrá de calcinarte,
y toda destreza aprendida contra insalvables poderes te traicionará.
Por eso guarda lo que mejor de ti hayas traído para la ofrenda inútil,
será escarcha en sus ojos glaucos.
Aprende a destilar olivo en la chirriante música,
a distinguir tenues grafías en uniones cada vez más dudosas.
No es belleza lo que tus ojos admiran
y tus labios fácilmente pronuncian.
Busqué a mi ángel y lo perdí,
lo recuperé cuando afirmé que no era mío.
Su lengua de cedro me dibujó en el paralelo arco de los días,
su evocación que no llama a nadie,
rápido olvida y renombra impasiblemente las cosas.
Nuevos rostros antiguos fueron sucediéndose
y el ángel fue alimento de mi carne.
Todas las voces llegaron tensadas al final
de la garganta oscura.
Manos
If my craft is blest;
if this hand is as
accurate, as honest
as their carpenter’s
Walcott
Tienen mis manos las molduras de mi padre,
mas en ellas un viento sordo
construye su casa violenta a oscuras.
Adivino mejor, ahora que lucho con palabras
para encontrar el poema,
el cepillo de mi abuelo deslizándose
sobre la tosca madera recién cortada
hasta dejarla como el pómulo de un jacinto.
Persigo el camino del punzón sobre la piel de añosos árboles,
la figura que, al final, asciende a la superficie,
revelando su amordazado grito en la hondonada
–testigo de un origen proscrito a nuestra búsqueda–.
La labor de perforar en lo secreto, duro e inflamable.
La destreza de detenerse cuando, del otro lado,
algo nos advierte del peligro de seguir acercándonos.
Muerto, cuando apenas dispuse de seis días
para intentar saludar al mundo,
sus manos son ahora un indescifrable tallado en el aire.
En pie siguen las puertas, las mesas, los muebles que hizo,
receptando el tedio y la ventura de las generaciones.
El oído del poema
Mírate en el poema hasta ser solo ruido,
ese mito que sostiene el armazón
que te transporta cada día y te niega.
Aparecerá entonces la música
de la gota a la cascada,
las siluetas que dibujan tu olvidado rostro.
Mira bien a ese nuevo y familiar que te saluda
y del que, sin saberlo, huiste desde el nacimiento.
Largamente convérsale hasta volver a ser uno.
Luego olvídalo, sin culpa. En el reluciente vacío
sé la masa plural de otros rostros, la cámara que registra
el secreto murmullo que hace caminar la tierra.
Ya no el ruido, el oído del poema.
Compré una pipa para mi amigo peruano en el Mercado de la Seda…
Compré una pipa para mi amigo peruano en el Mercado de la Seda.
“Es de cuerno de yak”, me dijo la dependiente.
Tiene un lomo suavísimo, discreto,
y un revestimiento de cobre en la boca del hornillo.
Ya temprano había visto su carne
delicadamente sazonada en el bufet,
satisfaciendo sobresaltados comensales,
poetas trashumantes buscando el elixir de su infatigable demonio.
Teníamos que haberlo visto a 6000 metros de altura,
con la joroba dispuesta, peinando los desiertos del Tíbet.
Detenidos en su ojo, complacido y triste, adivinamos la vida.
Mi amigo colecciona pipas de todos sus viajes,
como si no quisiera abandonar la humareda interior
de cada comarca extraña.
Ya en casa, enciende una al azar
en la demandante hora del poema,
y se pone a laborar, sin angustia, en sus apariciones reptantes.
Quiero creer, que en la espiral de humo, volverá el yak,
paciente, como en las estepas más frías,
para guiarlo mientras escribe, entre salvajes amenazas,
decapitadores vientos, que tan bien reconoce.
Beijing, 2013.
De un espejo azul salía la delgada figura de la hermana
y él se precipitaba como muerto en la sombra.
Trakl
¿A quién te has confiado pequeño Trakl?
a la palabra que nunca escucha y cree hacernos escuchar?
a quién nos hemos confiado?
te levantas del sueño con sienes heladas
palpas el juicio de la niebla
que nos confunde con los que no somos
cada día eres menos el hombre que asoma al espejo
nunca fuiste hombre
lo sabe la acacia que tiene tu mismo peso
el último animal que bala en la noche y conoce
de la primera línea caliza entre las grisuras
que dan camino a la aurora
no te asustas en no serlo y sonríes nerviosamente
acariciando tu limado cuerno de antílope
que embiste inútilmente el horror de la falsa morada
buscas tu nombre
pero no sabes que está en la primera virtud
que abandonó nuestra especie
atraviesas los campos cubiertos de granizo
en holgados trajes de hechicero
eres el monje en el que los mirlos aguardan la hora del descanto
para escuchar la melodía primera
te dejas herir los pies con la madura avellana
a dónde vas pequeño Georg?
tus manos saben del rayo entre graznidos
no es suficiente
tus manos trabajan nudos de aire
lenguajes que tememos pronunciar
a dónde vas con ese amarillo tallo en la cabeza
con todas esas ramas y frutos a punto de caer
que ya de pronto se le agolpan?
y tu apenas sosteniendo la agujerada
aunque nimbada canastilla del pequeño Georg
a dónde vas?
a lo lejos una niña juega a solas moviendo sus labios mudamente
lleva en los ojos el carillón que sostiene el precipicio
tú intentas hablarle
contraria al origen tu palabra viaja
ella cree entender y eres una llaga de olivo en su vientre
estás ahí para desollárselo
hasta que su muerte sea una lila
con la que puedas al fin impasiblemente conversar
Poema de la luna
La luna se ha ocultado en sus ijares
dejándonos apenas un trémulo relente
para no tropezar en lo oscuro.
En el lugar que me ha tocado me desplazo sobre la estepa
un animal de torpes movimientos
mientras el resto de la manada sabe cómo esconderse
y no dejarse guiar por las extrañas voces
que agitan los follajes
o las sombras que fácilmente agigantan
las inocentes inquietudes de la mañana.
Acometido por la arena que rastrilla mi piel
para convertirme en estela indescifrable
un anillo más de mis desleídos antepasados
que apenas me dejaron un soplo helado detrás de las orejas
me pregunto inútilmente:
¿y si fuera de escamas?
¿inalcanzable metal como la luna?
¿generosas branquias, ágiles aletas,
ojo violeta de torbellino leonado
y penetrase las aguas allá donde tus pies infantiles
se aseaban de la carcoma del mundo?
¿corriente inalterable al fin, impasible anguila,
soberana en los recintos de lo inexpugnable
en los que las lenguas y lo que se palpa
han sido superados por el solo goce de moverse?
Consecuente con mi naturaleza
me hundo en las arenas
y mientras alcanzo el ópalo total de la memoria
pienso que habitaré el lecho de algún secreto mar
donde aún se escuchen tus zarpazos.
Noticia Biográfica
Denisse Vega Farfán (Trujillo, Perú, 1986) en el aí±o 2008 ganó el premio “Poesía Joven del Perúâ€, organizado por el Centro Cultural de Espaí±a y Lustraeditores, con su primer poemario “Una morada tras los reinosâ€. Título que concretó una edición bilingí¼e espaí±ol – francés, en el aí±o 2013. En el aí±o 2010 publicó la plaquette “Hippocampus†en Uruguay, con La Propia Cartonera, la cual tuvo su edición en Perú en el aí±o 2011. Publicó “El primer asombro†(Animal de Invierno & Paracaídas Editores) en el 2014. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, chino, italiano y alemán.