Edición 13
Augusto Rodríguez: poesía ecuatoriana
Sábanas
Después del amor sólo nos quedan
las lágrimas de D i o s
arrojadas a las manos
como hojas en otoño.
Las sombras crecen y mueren como flores
o como náufragos ante la isla de sus ojos.
Las costillas del amor
son el árbol donde
se estremecen las serpientes.
Después del amor queda un cuerpo vacío
y destruido envuelto en sábanas.
El delito fue consumado
no inventes otros miedos, ni otras angustias.
Es verdad que el amor reseca las manos
pero es el aire de los cuerpos.
La nieve
La nieve envuelve el cuerpo
resignado de la derrota
y es el fulgor de la lluvia en los sedientos.
Tenemos ángeles dormidos en el cuerpo
pero no lo sabemos.
Los ángeles:
pequeños fantasmas de nuestras vidas pasadas
Rompen la vigilia del sueño
y nos visitan para darnos pan y agua
pero nuestras pupilas no diferencian la niebla
con el hueso.
Toca el sueño y verás a los ángeles
reposar en tus sienes.
Luz intermedia
La luz es intermedia cuando cruzo
tus venas y aúllo
en tus lunares
de mi suerte.
Las cartas cambian de sitio y de manos
pero mis ojos van en tus ojos, en su revés
en su angustia.
¿Ves lo que yo veo?
Tantas vidas pasadas
y los muertos que no se cansan
de respirar
mi dióxido de carbono.
Mi país está dividido.
Sus hombres
son las serpientes de las vocales.
Brújulas de luz
Las palabras
se encierran como soles en las espaldas
de los hombres
una espada para cortar el hueso
un filo para la espuma.
Las palabras
torbellino de imágenes que se vanaglorian
del cielo rojo de nuestra piel.
Las lenguas extranjeras son acordes
en la sed del hombre que es ventana
o muerte.
Las palabras
pequeñas brújulas de luz
en la caída de los desposeídos.
La intemperie del mundo
Las palabras
movimientos desenfrenados
que cruzan
la intemperie del mundo
y la poesía
rejuvenece hasta los árboles.
No es cosa de ofender al lenguaje
que tampoco perdona.
El crimen es el grito destemplado
de las palabras.
La vocales yacen mudas en las amígdalas
y en el cielo
de nuestras frustraciones.
Los féretros
Los féretros van por sendas y por calles
de día y noche, mientras la nube oscurece la tierra.
Walt Whitman
Los féretros van por sendas y por calles
de día y noche
mientras la nube oscurece la tierra
y la ciudad es una mancha humana
en el corazón del puerto.
Los hombres vivos
cargan a sus hombres muertos.
Los hombres muertos
cargan a sus hombres vivos.
La sangre es un carnaval pasado
en las venas
de este puerto
que se niega a morir,
a ser elegía, rama amarilla
fantasma esquivo.
Los féretros salen de sus velorios
y van sin descanso
al fin de la civilización:
Un río de muertos esperan.
Los cuerpos no mueren
a Luis Armenta Malpica
Los cuerpos no mueren.
Solo su media parte serpiente.
Luz que no es esfera ni paraíso.
Los cuerpos son mitad bosque
y mitad agua que se esconden
en los pezones
blancos del día.
Los párpados niegan
cuando un animal
sale
de su niebla azul.
Los cuerpos no mueren.
Solo su parte no oficial.
Su ojo,
su geometría,
su pétalo de aire.
El miedo pasa de nervio
en nervio
y la garganta se alborota
cuando llega la sangre y expulsa
su otra piel,
su vísceras dementes.
Los cuerpos no mueren.
Solo su media carne católica.
El escorpión
Es verdad
que la poesía habita en la llaga
y en el suicidio.
Los poetas salvaguardan su cáliz
pues conocen que las palabras blancas
son inofensivas en la sangre
pero siempre el poema
es una piedra
que crece en el cerebro
del escorpión.
Un pez
un río
un ojo
aletea
La oscuridad
En la soledad has escrito estas palabras
y estás ardiendo:
húndelas en la oscuridad
Francisco Brines
Húndelas en la oscuridad
para que no pueda leer
esas palabras
al fondo del mar.
Húndelas en la oscuridad
que se vuelvan arena
y que no estorben
el paso
del caminante.
Húndelas en la oscuridad
que es mucha la desilusión
y el color
es muy negro.
Húndelas en la oscuridad
que ya las palabras
no me dejan respirar.
Dame frutas
La luz es música en la retina.
En el oído. En la lengua.
El tiempo es devorado a dentelladas.
El oro no siempre es oro.
La luz es la fruta perfecta
que desayuno
en cada mañana.
Dios es un paradigma.
La luz es el Espíritu Santo.
Jesús la sílaba.
Dame p a l a b r a s.
Noticia Biográfica
Augusto Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979). Periodista, editor y catedrático. Autor de 15 libros entre poesía, cuento, novela, entrevistas y ensayos en prestigiosas editoriales de Espaí±a, México, Cuba, Francia, Perú, Rumania y Ecuador. Colabora en publicaciones periódicas con artículos, reseí±as, entrevistas, comentarios literarios en el Ecuador y en el extranjero. Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vázquez (2005), el Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005), Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2005), Premio Nacional de Cuento Joaquín Gallegos Lara (2011), Mención de Honor en el Premio Pichincha de Poesía (2012), Finalista del Premio Adonáis, Espaí±a (2013) y Finalista del Premio de Crónicas Nuevas Plumas, México (2014). Uno de los fundadores del grupo cultural Buseta de papel. Ha sido invitado a los más importantes encuentros literarios en: Madrid, Ciudad de México, Granada, La Habana, Santiago de Chile, Nueva York, Buenos Aires, Medellín, París, Caracas, Guadalajara, Berlín, Bogotá, Lima, Monterrey, etc. Parte de su obra poética está traducida a diez idiomas: inglés, árabe, portugués, catalán, rumano, italiano, alemán, turco, francés y medumba (Camerún). Editor de El Quirófano Ediciones. Director del Festival Internacional de Poesía de Guayaquil Ileana Espinel Cedeí±o.