Edición 16
Cinco poemas de Alicia Salinas, poeta argentina
Elegía nocturna
I
La tarde se entrega y desfallece. En su filo
hay quienes ven a las farolas de la costa
inventar los caminos.
Buenos ciudadanos duermen, sus perros
interpelan a la luna. En la intemperie,
el abrazo hermano de la noche esgrime
una razón: aullar también
como el cielo se rasga y redime cada día.
Este remedio para la memoria,
despierta sin aviso lo oculto y encriptado.
Aún el brillo necesita de lo oscuro
si quiere intensidad en su existencia.
II
Pero es mezquina la noche. En un punto
el manto que cubre e iguala las terrazas
se deshila. Desnudo, el paisaje de los techos
clausura la zozobra.
No hay secreto ni duda, tampoco
entonces esperanza.
Luz insensata, indiscreta, asertiva,
ilustra la falta propia y la abundancia
ajena de las torres y las cúpulas.
Ya ni el resentimiento acude:
es el momento de la retirada.
Extenuar en ceremonia el último cigarro,
y a cada cosa presente o ida
darle en cuentagotas una dosis de olvido
como quien alimenta en secreto a un fantasma
o a un ángel.
Milagro
A la abuela Eufrecina
Tantas cuentas (para qué)
este rosario a los dedos toca
con su teclado de nácar. Rezo
y cálculo en las yemas de la noche.
(Para qué) scrabel del dolor, ubicuo
inquilino atesta la habitación.
Las palabras siempre ahogan. Pero
es necesario llamar a Dios en su idioma.
(Para eso) cuentan los ave maría, llagan
los dedos a sus uñas, las rodillas piden
permiso si se apoyan en la oración.
(Para eso) la letanía de la vigilia.
Y el milagro, quién sabe.
Niño de invierno
En la cesura del invierno, la casa.
Por las hendijas el animal helado
hunde sus lenguas con vocación de sierpe.
Adentro junto al fuego se recrea
el mito del hombre primitivo
ante las nacientes hogueras.
La estufa combate al enemigo
y condensa vapor en las ventanas:
surge el rostro infantil que me legaste.
Escrito con un dedo el dibujo se acuna
a sí mismo, resucita y mira.
Su levedad durará poco.
Así las marcas de tu paso
quedan en cada rincón de la caverna
y en todo pliegue hasta que un día
se revelan, efímeras.
El niño desde el vidrio recuerda
mi temor a ser madre, mi temor a ser yerma.
Y un trapo de franela lo sepulta.
Opresión en sepia
Cuando la casa reposa de sus ruidos y hechuras
los relojes traman estrategias.
Durante el día cualquier cosa los oculta
y aquieta. Viento en los cristales, puertas
que los espíritus abren, pájaros y niñas
al lado en disputa
por el color más bello del mundo.
Si la naturaleza calla y los monstruos urbanos
por derrota o cansancio se repliegan,
bajo los techos acometen
con sus espadas los relojes.
Es preciso por azar despertarse
a la hora que la serenidad invade y las terrazas
se manifiestan apenas por el paseo de un gato,
para descubrir el unísono. Irrefrenable
coro, letanía perfecta.
Un minuto tras otro cae a ningún sitio, lejos,
mientras en el lecho tranquilos olvidamos
la traición que se acentúa cada noche.
Los relojes se alimentan del silencio y el descuido
de los humanos
para correr su eterna carrera contra el universo.
Nosotros, convidados de piedra.
Víctimas de antiguos y nuevos mecanismos,
de lo que en la pared pende o en la mesa de luz
poco a poco
nos horada y despoja.
Ya las niñas no dicen turquesa o azulado.
Son mujeres retratadas en sepia, el color que los relojes
inventaron.
Pastora
“Cuando a la ciega e imperiosa / necesidad de escribir algo se opone/
la ausencia absoluta de la palabra / sé que estoy en el verdadero camino”.
Juan Manuel Inchauspe
Cuerpos, manos, más
manos y cuerpos en auras
sin rótulo para ser. Suplicio
de sol nombrar el encuentro.
La soledad, recuerdo ignoto
que viviera
otra. Oscura
pastora de ninguna oveja.
Es tormento divino lo indecible pues
ahora quiere contarse sola la dicha
y aunque apenas llega a la palabra
reverbera
en el lenguaje, tiene
la gracia del suceso. La luz
que buscaba siempre este balido
en la noche.
Noticia Biográfica
Alicia Salinas. Rosario, Santa Fe, Argentina, 1976. Licenciada en Comunicación Social. Es docente y ejerce el periodismo. Participó en el Festival Internacional de Poesía de Rosario en 1997 y 2005. Sus poemas aparecieron por primera vez en Colombia en la Revista Arquitrave (No. 38, Agosto, 2008), selección de la novísima poesía argentina a cargo de los poetas Graciela Ester Zanini y César Bisso. Como cronista escribió Crisis social, medios y violencia. A 10 aí±os de los saqueos en Rosario (1999). Ha publicado dos libros de poesía La sumergida (2003) y Gallina ciega (2009).