Edición 18
Zingonia Zingone
El contrapeso
La bailarina de Degas
coloca en la punta
de la zapatilla derecha
toda su existencia.
En el ápice del equilibrio
de inmodestas volteretas
y flash,
desde el silencio irrumpe
un rostro
que la devuelve a su infancia.
Pierde el contrapeso del olvido
y precipita,
y se quiebra.
La bailarina de Degas
tuvo una vez un padre.
El cultivo del asceta
Será la falta de música
en la sala
o el vino
que he dejado de tomar
será mi hijo
en casa de la abuela
o mi perro lejos
en la campiña
lo que esta noche
ha abierto en mi pecho
una hendedura
llena de afonía.
Apago el teléfono
para no entorpecer
la labor del hado
para no confundir
a los aduladores
con la suerte.
De la calle sube
el vocerío de los turistas
trepa a mi ventana
por las telarañas
de mi soliloquio.
En un texto sagrado leo
que un ángel
custodia este sopor
vestido de insomnio
hago a un lado la tristeza
que Sísifo me ha enseñado
ser eterna
hago a un lado los sueños
que la Vida me ha enseñado
ser bombas
que revientan en su ápice
no me queda más
que el tacto de lo certero
el sofá tres almohadas
mientras el alma
como el humo de un puro
asciende lenta.
Ejemplo
Un joven se sienta
en la banca de madera
apoya su mirada
en la piedra vibrante
del silencio
no canta el canto
ritual
no levanta la cabeza
hacia la cruz
escruta en la desnudez
de las baldosas
la sombra agitada
de un niño
del niño que hubiera podido ser.
Captura en la lente
de sus entrañas
el hondo deseo de amar
y saca del bolsillo
un billete mayor
que su ultimo ayuno
lo deja caer en la bolsa
sin el estrépito de la limosna.
Raíces
Nunca sentí la exigencia
de escarbar mis raíces
semilla
en la tierra/mundo
que originó mi sangre.
¿Qué importa si no fue Adán
si sólo soy
célula de una célula del mar?
¿Qué importa si en otra vida
fuimos hermanos o amantes
desconocidos
gente nacida del mismo
latir del tiempo?
El barro húmedo
es señal de pertenencia
el aire
el silencio
parpadeante inagotable
que se renueva y es respiro
del alma.
Me preguntan quién soy.
Me encojo de hombros.
La tradición es un marco
sobre una mesa de noche
jaula que encierra
el futuro
nombre que define
el límite
se agota
como hoja seca
o sigue su curso
desde el cauce del río.
¿Qué busca tanto atrapar
el hombre? El grano de arena
recibe indefenso
la ira del mar
su caricia
su lunático ir y venir
sin fronteras.
Apocalypse now
Se acerca la Navidad.
A pesar de la lluvia verde
que se empoza
entre los adoquines romanos
de las madres que matan
a sus hijos
para poder sobrevivir
de los fuegos de artificio en Mumbai
y de que nadie quiere ya
comprar castañas.
A pesar del gran bolsillo vacío.
Un Santa Claus en la plaza Navona
rifa bombones y reparte piedras
“es una broma”
los niños ríen.
Manolo pide unas monedas
o Antonio o Giovanni.
En la lata hay cuita de pichón.
La lista es larga y los gobiernos
estiran la cobija
queriendo cubrir los pies.
El índice de los estornudos aumenta.
Las vacunas son estériles
y no alcanzan para todos.
El párroco combate la miseria
exhibiendo una estatua de la Virgen,
regalando ropa regalada.
Sí, Obama ganó las elecciones.
Los chinos venden juguetes
tóxicos pero accesibles.
Este año también habrá una Navidad.
Hace calor y truena.
¿Colocaste el Arca en el pesebre?
El huésped
En la soledad de la alcoba
se insinúa una imagen
ligera y alta se desplaza
por la pieza
las manos en los bolsillos.
Tiene la camisa blanca
y la sonrisa encendida
la frescura inquieta
de otra edad.
Se sienta se levanta
busca
en los ojos huecos
del tiempo
un relámpago
donde apoyar su desvelo.
En la soledad de la tarde
regresa a hacer visita
este huésped
repetidas veces llega
rompe el cerrojo
entra
y habla
el temblor el mudo idioma
del deseo.
La luna se asoma
a la ventana
y quieta observa
los juegos del aire
una silueta en vilo
una mujer desarmada
los malabarismos de la soledad.
Concierto de la lejanía
Busco la melodía de tus ojos
en el aire frío de la mañana
y en cada hombre
que persigue mi mirada.
Me detengo frente a un rostro
que pide mi rostro
la sonrisa abierta al mundo
y un canto que nace
de las llagas de la muerte.
Penetro su pupila encendida
de deseos furtivos
desnudos
agazapados detrás
de unas lentes plomizas.
Su parpadeo acelerado
patalea en mi pecho
como una danza tribal.
Descubro allí tus ojos
resignados
naufragando en otro mar
el verde de la esperanza
en el petróleo vivo
de la incertidumbre.
Levántate en vuelo
gaviota
mis ojos apretados
entre el pico de tu destino
devuélvelos al amor
no dejes
que la espera contamine
el aire fresco
la madrugada
la melodía de tus ojos.
Un domingo más
Atrapar el verso para que diga
Amor te busco
hoy tampoco estás aquí
pero él se fuga
en la fuga del día
hacia el vino
el pescado al horno
hacia el olvido.
Estoy cansada de perseguir
el pájaro del tiempo
el aleteo repetido
un puro que se hace
ceniza
para nunca más nacer.
Hoy también me acerqué
a la Eucaristía
para atrapar el Verbo
que ilumina esta soledad.
No creo
que en el jardín vecino
las flores emanen
un perfume más intenso
que los pájaros dejen de migrar.
El cenicero y su cristal
tienen la misma forma
a la luz del Verbo
y en la oscuridad
de otro horno
de otra copa y su orfandad.
En casa
todo marcha bien.
En la vasija
está la fruta de siempre
los bananos sonríen
bajo los rizos de uvas rubias
las peras las manzanas
alguna con su habitante.
El gusano escoge donde
alojarse donde
esconder sus penas.
¿Será por necesidad
o realmente habrá
una pulpa incomparable?
Atrapar el verso para que diga
la Verdad.
No me importa lo que digan
los perversos son los puritanos
amor
los que no entienden
los designios del cielo
y se amarran el corazón
con el lazo de todos los prejuicios
Osvaldo Sauma
Ámame, te digo ámame
en el nocturno abrazo del silencio,
ámame
y calla como hace el amor,
tú que eres eso,
aun cuando callas.
Rózame, te digo rózame
que dulce murmullo eres
en el abrir de pétalos y no
rózame de alas,
de miel rózame;
el palmo rózame,
nacer como la semilla
que rozando posas.
Mírame, te digo mírame
espantado mírame
que suave,
desnuda
descubro
hasta el alma.
Cúbreme, te digo cúbreme
lentamente cúbreme
y súdame,
de sal y vientre súdame
de fiebre y paz súdame
de torso, bronce, penumbra
súdame
cúbreme, extiéndete
cúbreme.
Piénsame, te digo piénsame
en la claridad piénsame
línea que huye y no,
que ayer aún,
piénsame, mañana piénsame.
Estrategias no planificadas
Entrar en la vida de un hombre
que está triste
y tiene a otras mujeres
entrar sin que se dé cuenta
como un sueño
una promesa
o la muerte.
Mirarlo esconder los ojos
cerrar la voz,
soltar un grito del tintero
acuclillado sobre su cama;
mirarlo desde la memoria
ausente de mi fantasía.
Forzar la mano
dulcemente
forzar un puesto
entre las fotos que encienden
las paredes de su soledad.
Descubrir que ya estaba escrita
mi presencia,
que los otros cuerpos
sobran,
que sólo quedará el eco mudo
de párvulos implorares
y que aquellas noches se harán átomo del recuerdo;
descubrir de pronto que
soy pila bautismal
luz al fondo del camino
una apnea y el más hondo respiro;
descubrir que él sigue triste,
porque está feliz.
Noticia Biográfica
Zingonia Zingone (1971). Poeta, narradora y traductora italiana; escribe en espaí±ol. Licenciada en Economía, vive entre San José y Roma. Cuenta con cuatro poemarios editados. Los naufragios del desierto (Vaso Roto Ediciones, 2013) y Equilibrista del olvido (Editorial Germinal, 2012) han sido traducidos en Italia y en la India (inglés, kannada y marathi). Ha traducido y curado la edición de varios compendios: Voci de Claribel Alegría (Samuele Editore, 2015), Utopia del Solitario de Osvaldo Sauma (Rayuela Edizioni, 2014), La Cruz es un camino de Daniele Mencarelli (Edizioni della Meridiana, 2013), Alarma de Virus de Hemant Divate (Ediciones Espiral, 2012), entre otros. Es fundadora de la columna de poesía internacional “Il grido e il sussurro†para la revista digital italiana MINERVA.