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Edición 22

Viviana Abnur: poesí­a argentina



                                                            a Norma Viñas

 

anoche hací­a frí­o

nos abrigamos y caminamos hasta la playa

ni una luz

el viento nos empujaba hacia los pinos cada vez más

imposible penetrar en esa boca

las manos hechas piedras a los bolsillos

decidimos regresar

volví­amos en silencio

derrotadas

con esa insoportable oscuridad a cuestas

 

 

 

 

mi abuela cuidaba enfermos

 

cuenta

que si un hombre está por morir

deja caer la mano hasta el suelo

intenta clavar las uñas

y hasta el último segundo

hurga allí­ desesperado

 

después

cielo y tierra se funden a su palma

 

no se improvisa en vano dice

en ese borde

 

 

 

 

como al descuido

acariciás la hoja

acariciás mis poemas sin saberlo

sin mirarme

en la demora

de las últimas palabras

la seducción del muro

que cae

 

apenas un instante

para coser los restos

 

¿habrá belleza que se iguale

a la demolición?

 

 

 

 

en casa de mi bisabuela Emilia

juntábamos mandarinas

al fondo

cerca de la bomba de agua

 

después mi abuela

nos serví­a la leche en tazones de plástico

con galleta marinera

sobre el mantel de hule

 

í­bamos y volví­amos de esas manos

 

de mi abuelo

casi nada

apenas lo conocí­a cuando murió

 

hombres fugaces en la familia

muertos prematuros

vendedores

artistas

partí­an siempre

 

aprendimos a despedirlos

a no esperar

a contarnos sorprendidas

cuando alguno nos llamaba

 

 

 

 

ella dice

las dedicatorias siempre llegan a destiempo

 

maelstrom

en la foto la niña hace

la v de la victoria

de fondo la persiana descuidada del taller

de tí­o Felipe

¿se salvó la niña en el instante de la foto?

¿en ese cuadradito del 70?

¿comprendió algo alguna vez?

maelstrom

un golpe de suerte sobre la costa

creo que más allá del mar hay otro mar y otro

todo agua

con mi barca incluida

así­ los marineros en el puerto los dí­as y las noches

así­ las estrellas a la tierra sobre la cruz del sur

maelstrom

el torbellino trae pescado fresco

para unas redes vací­as

 

 

 

 

las mujeres no existen

 

no existe la tarde

no existe la sombra

la vereda del árbol que regás

no hay árbol

no es para vos que escribo

no es para mí­

no hay fruto no hay pecado

por eso nos arrancamos los ojos de cuajo

o las muelas

o las amí­gdalas

o la teta izquierda

o las dos

lo mismo da si al final

dos o tres palabras alcanzaron

para colgarnos de narices

dos o tres palabras que pasaron

inadvertidas

 

más arriba

todo se funde

se hace noche misterio

la belleza una fotografí­a

de Astro Soichi

 

 

 

 

la casa que compré me dijeron

fue la casa de los sordos

donde la madre murió enferma en una pieza

 

cuando ella se marchó todos se fueron

dejando la casa intacta

 

me recibió la ropa de la muerta en el ropero

sus fotos enmarcadas en la pared

las cremas de belleza vencidas en el botiquí­n del baño

 

voy a vaciar esta casa

voy a abrir los cajones hurgar detrás

la casa de los sordos

será mi casa

 

las piedras de Gretel siempre dieron

con un bolsillo agujereado

 

 

 

 

supe que habí­as muerto

cuando empezó a llover

y el médico llegó para decirnos

que te habí­as ido

esa lluvia que empezaba

sólo para mí­

el primer vestigio de orfandad

la ausencia de palabras

ningún paraje más ninguno

para tu oí­do

sólo llover

en la cabina del auto

en absoluto silencio

y habrí­a un antes y un después

para ese todaví­a

 

 

 

 

¿se domestican los ojos

cuando recuerdan?

¿se hacen agua?

porque hay

un trompito que hipnotiza

mientras gira

sobre la palma de

mi mano

 

 

 

 

lost in translation

 

los finales abiertos

despliegan una caja de Pandora

repleta de conjeturas

no son mis preferidos

y por mucho que parezcan lo contrario

son un final

 

 

 

 

Vea también: Cuatro poemas de Frank Báez


Noticia Biográfica


Viviana Abnur, nació en Ciudadela, provincia de Bs. As. en diciembre de 1964. En poesí­a publicó,  Agosto, Alción Editora, 2007,  Delta, Macedonia Ediciones, 2009 y Flores y velas, Trópico Sur, 2013. En 2010, ganó el Premio Nacional de Poesí­a “Adolfo Bioy Casares”. Integra la antologí­a “Animales distintos” de poetas argentinos, espaí±oles y mexicanos nacidos en los sesentas, editada por la UNAM. Dirigió Trí­ada, revista virtual de poesí­a argentina y fue colaboradora de las revistas virtuales Lamás Médula y Esto no es una revista. Coordinó Edita/2 en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini de Bs. As.



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