Edición 26
Cuatro poemas de Héctor Cañón
De Antes de las olas, el agua (El Ángel Editor, Quito, 2016).
Las ondas que dibuja la piedra
Las ondas que dibuja la piedra
al caer en el agua
regresan desde las orillas
al corazón del río.
Todo lo que va y viene
es solo música
de agua nadando contracorriente.
El cuerpo no cambia
por agitar su reflejo en el río
ni la sombra se deshace
tras reposar en la noche.
La piedra del fondo recuerda
que todas las aguas viajeras regresan
aunque el camino de vuelta
nunca sea el mismo.
El viento borra las estrellas
El viento borra las estrellas
de la piel del río.
Hoy el agua solo busca
unir orillas
y los pájaros blancos
se hunden en la noche
como semillas en tierra.
Las hojas respiran sin prisa
a la vera del río
mientras el fondo del mar piensa
en todo lo que se mueve.
Ya no espero
lo que siempre ha de llegar
porque los días suenan
uno tras otro como música de olas.
La paradoja del agua
La música de la corriente
está enseñando
que no existe el tiempo.
Cuando las luces del cielo se apagan,
permanece el pulso azul de las estrellas
batiéndose en el agua
como una vieja melodía
que contiene todas las palabras.
Eso es amor:
la música como el tiempo es solo agua.
A esta hora los viajeros reposan,
la luna no tiene orgullo por alumbrar al hombre
y tanto aire entre las hojas
se va diluyendo
en la música buena y larga
de agua
que, aún desvaneciéndolas,
hace interminables las orillas.
De Los viajes de la luz (El Ángel Editor, Quito, 2015).
39 con Caracas
El reino cabe en la palma de mi mano
mientras el sol picante del mediodía
parte a Bogotá en dos.
Las fotos de ayer
siguen sucediendo en los portarretratos,
en la piel brillante de los charcos
y en las nítidas pupilas de la tarde
camuflada entre las nubes que aún no llegan.
Algunas cosas que quise
están ahí, en la palma de la mano,
y ya no las quiero.
El hastío es como miel
–se dispersa donde sea–
escribo sin computador
bajo el semáforo en rojo de la 39 con Caracas
esperando mi turno a la vez.
Los puentes peatonales
se ven casi sublimes
cuando no están ahí.
Dime entonces –ciudad sin mar–
a qué huelen las calles de Teusaquillo
si en pleno día la luna arde también
y es la sombra quien nos cuenta
que la vida es exacta,
que el atardecer es otro nacimiento
y que los muertos no se van para ninguna parte:
se quedan respirando el vacío amable
irradiado siempre desde dentro de las cosas.
Vea también: poemas “olvidados” de José Manuel Arango.
Noticia Biográfica
Héctor Caí±ón Hurtado (Bogotá, 1974). Escritor y comunicador. Ha publicado en los principales periódicos y revistas de México y Colombia. Es profesional en estudios literarios de la Universidad Javeriana de Bogotá y diplomado en guión de la Universidad del Rosario. Finalista de los premios de periodismo ambiental Amway (2006) y Conservación Internacional (CI- 2007). También fue finalista del concurso de cuento “El Brasil de los sueí±os (2008)â€. En 2009, ocupó el segundo puesto en el concurso de CI con un reportaje ambiental sobre especies en vías de extinción. Su texto “De primerísima mano†fue seleccionado en la antología de crónica bogotana (1986-2006), editada por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo, en la colección de Libro al Viento. Es autor de los libros de crónica “En la intimidad de sus bibliotecas†y “Hazaí±as colombianas†de Editorial Norma y de los poemarios “Los Viajes de la Luz†y “Antes de las olas, el agua†de El íngel Editor.