Edición 32
Susana Benet: once poemas
De Lo olvidado
I
Motas de polvo.
Una brizna de luz
enciende el aire
Acuarela
A Gabriel Alonso
Te has ido y has dejado
apoyada en un mueble
tu última acuarela
con sus colores húmedos,
fresca luz que traspasa
el peso de las sombras.
III
Amanecer.
Todas las hojas vueltas
hacia la luz.
Tres en raya
Parece que los gatos
andan inquietos esta tarde
de pronto oscurecida.
Con paso silencioso
exploran los rincones de la casa,
olfatean el aire tensando las orejas,
atentos, excitados.
Los tres, con indolencia,
se mueven, se entrecruzan
ejecutando un juego, una danza
sutil y misteriosa.
Sobre un eje invisible
que atraviesa el salón
se acomodan los tres, equidistantes.
Inmóviles reposan
hasta que el rayo, repentino,
estalla en el cristal de sus pupilas
y rompe en un instante
la exacta formación.
V
Cuánto agradezco
que la acacia en verano
sombree mi puerta.
La mirada
Qué difícil fijar
en algo la mirada.
Como un veloz insecto
se mueve entre las cosas
y, aunque alguna parezca
retenerla, hay algo
más allá que la incita
a proseguir su vuelo.
Absurdo frenesí
que impulsa nuestros ojos
a girar y girar
en caprichosa danza,
mientras la mente absorta
se adentra en un profundo
vacío sin figuras.
En el hospital
Hay sombras que se inclinan
en torno a ti, un círculo,
una fría muralla
que cauta te protege
de afectos peligrosos.
Como una intrusa atisbo,
a discreta distancia,
el perfil de tu cuerpo
bajo la leve sábana
que al deslizarse muestra
de pronto, ante mis ojos,
la blancura intocable,
tu hombro desnudo.
Lo olvidado
Como amo los lugares olvidados.
La calleja que ya nadie transita,
el íntimo cobijo de las cuevas,
el fondo rumoroso del barranco
donde el agua se estanca y los insectos
tejen islas brumosas e el aire.
Tenderme en el pretil de antiguos puentes,
revestidos de zarzas y hojarasca
y escuchar cómo zumban las abejas
en la calma fragante del romero.
Acercarme al misterio de las casas
donde no habitan más que los rosales.
deshojándose lentos en la tierra.
Internarme ligera en la espesura
de secretos parajes, donde el paso
ávido de los hombres no perturba
la paz de los guijarros, ni el festivo
desfile del espliego por las sendas.
Y atravesando el filo de la tarde,
emprender el camino de regreso
sintiendo que, de pronto, me acompaña
la vacua plenitud de lo olvidado.
IX
No está el colegio,
pero ha quedado en pie
la buganvilla.
Vendrá
Vendrá como la lluvia,
certera y silenciosa,
como el seco perfume
del tallo que se quiebra.
Saltará por encima
del muro, como el aire.
No agitará su roce
la calma de las aguas,
ni el polvo que se posa
ligero en el umbral.
No alterará el ajeno
reposo del durmiente.
Apagará de un soplo
el verdor encendido
de las enredaderas.
No zumbará el insecto.
El pájaro, en la sombra,
recogerá sus alas.
X
Bolsa de plástico.
Alguien dejó olvidados
unos limones.
Vea también: Hugo Mujica
Noticia Biográfica
Susana Benet (Valencia, 1950). Ha publicado los poemarios: Faro del bosque (Pre-Textos, Valencia, 2006), Lluvia Menuda (Comares-La Veleta, Granada, 2011), Huellas de escarabajo (Comares-La Veleta, Granada, 2011), La durmiente (Pre-Textos, Valencia, 2013).
Ha sido incluida en diversas antologías de haiku y revistas literarias, habiendo obtenido el Primer Premio de la Asociación Mundial de Haiku 2013 (Medellín-Colombia) con su colección de haikús: Ráfagas.
Como acuarelista, ha ilustrado su libro Jardín (Krausse, Valencia, 2010)
Es co-autora de la antología de haiku: Un viejo estanque (Comares-La Veleta, Granada, 2013).