Edición 34
Luna Libros: ¿Adónde van los días que pasan?
Nota
Nada más delicioso y deslumbrante, más poético y disparatado, que las cosas que dicen los niños de este libro. Podría decir que es un libro de poesía, pero no diría todo. En todo caso, el lector gozará cada frase y disfrutará de la euforia que comunican estas palabras de niños.
Desde hace varios años, los privilegiados destinatarios de los correos electrónicos de Óscar Domínguez comenzamos a recibir una serie de preguntas, respuestas y comentarios de niños. Individuos que están estrenando las palabras que nombran la realidad y que, a la vez, están estrenando la realidad. Convertidas en memoria mediante la compilación de Domínguez, lo que resulta está cargado de poesía, de humor y de desenfado. Y su lógica, anterior a toda cartilla, supera a todas las cartillas.
Domínguez tiene oído para recoger palabras que se potencian por el solo hecho de escribirlas. Domínguez es reportero y se pesca la pertinencia del comentario de sus hijos o de sus nietos. Así, con la paciencia del reportero, él ha encontrado joyas en la red, ha recibido mensajes de gente —mamás, papás, maestros— que le cuenta las cosas que dicen los chicos. Domínguez tiene el oído alerta y así recogió los materiales de donde sale este libro, que ahora se ordenan por temas. Ah, olvidaba decirlo, Óscar Domínguez, quien ha publicado muchas de estas historias en el diario El Colombiano, de Medellín, era el tipo para hacerlo por su memoria, por la atención que les presta a los niños, por su olfato en la red, pero, principalmente, porque él tiene la gracia de no haber dejado nunca de ser un niño.
Darío Jaramillo Agudelo
Debbie Moons, maestra de primer grado, estaba discutiendo con su grupo la pintura de una familia. En la pintura había un niño que tenía el cabello de diferente color al resto de los miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado y una niña, compañera de él, le dijo:
—Yo sé todo acerca de las adopciones, porque yo soy adoptada.
—¿Qué significa ser adoptada? —preguntó el niño.
Y la niña contestó:
—Significa que uno no crece en el vientre de su mamá sino que crece en su corazón.
—¿Usted fue el que le dio la manzana a Eva? Pregunta de un nieto de cinco años a su abuelo.
Cuando mi nieto me preguntó qué tan viejo era yo, bromeando le dije que no estaba muy seguro. A lo que respondió: —Mira la etiqueta de tus interiores, abuelo, en el mío dice de cuatro a seis años.
Una niñita de la familia, mirando a la abuelita que está muy viejita, le dice:
—Abuelita, ¿usted ya se murió?
—Amor es cuando se besan todo el tiempo. Entonces, cuando se cansan de besar, todavía siguen juntos solo para hablar. A papá y mamá les gusta hacer eso.
Emily, de ocho años.
—Cuando te aman, la forma como ellos dicen tu nombre es diferente. Puedes estar seguro de que tu nombre está seguro en la boca de ellos.
Billy, de cuatro años.
La maestra se acerca a la alumna y le pregunta qué está dibujando.
—Estoy dibujando a Dios —es la respuesta.
—¡Pero nadie sabe cómo es Dios!
La alumnita replica: —Lo sabrás dentro de un minuto.
A Santiago, de siete años, le pidieron en su clase de religión dibujar a Dios. Después de tomarse la hora completa, finalmente entregó su interpretación: la hoja en blanco. Le explicó a la profesora que como en casa le habían enseñado que Dios está en todas partes, también estaba en esa hoja en blanco.
Mi hijo me preguntó: —¿Hasta cuándo voy a ser niño?
Andrea, a su padre el poeta Roca, cuando la llevó a conocer el mar:
—Papi, ¿y a qué horas abren el mar?
Cualquier día el hermano menor, de seis años, le pregunta al mayor, de doce:
—¿Por qué el piano trae teclas blancas y negras? —Las teclas negras solo se tocan en los entierros.
Vea también: «Poemas» de Ida Gramcko: selección de Ediciones Letra Muerta
Noticia Biográfica
OÌscar DomiÌnguez Giraldo nacioÌ en Montebello, Antioquia, en 1945. Lleva cuarenta y cinco años en el periodismo. TrabajoÌ como reportero en los noticieros de Todelar, RCN y SuÌper. En prensa, laboroÌ en La RepuÌblica y en las agencias de noticias CIEP (Centro Informativo El PaiÌs), Alaprensa y Colprensa, de la cual fue director.
Escribe semanalmente la Columna Desvertebrada en El Colombiano, de MedelliÌn, y otros diarios regionales. En El Tiempo, de BogotaÌ, escribe la columna Otraparte.
Ha publicado los libros El hombre que pareciÌa un domingo, Columna Desvertebrada, Historias del Eterno Femenino, Pretextos informales y De Anonimato nadie ha muerto (diario de un pensionado).