Edición 60
Poemas de Alan Ojeda
El señor de la guerra (dos fragmentos)
II
Dos hombres mojaron
sus katanas en el río
Los cerezos explotaban
sobre el camino:
era abril
Murasama y Masamune
vieron correr las flores
sobre el agua
Cuando las flores
chocaban
con el filo de la katana
de Murasama
eran cortadas
suavemente
a la mitad
“Ese es mi filo”, dijo
Murasama, triste
al ver que las flores no sangran
“La tuya, Masamune, deja
que las flores se escapen.
Rozan su agudeza, y la esquivan”
Masamune sonrió
y en loto
observó el flujo del río
cristalino
reflejando
el metal de su espada
reflejándose
en el agua
“Mi espada no corta
las cosas bellas” dijo Masamune
y extrajo
del agua su katana
seca.
III
La espada acompaña
a la balanza
la balanza acompaña
a la materia
ésta se pesa
se mide
y es cortada
Donde prolifera lo inútil,
prolifera el mal,
porque el mal se esconde
en los pliegues
del decorado
Frente a la espada
nos medimos
en nuestra utilidad
y cuando llueve en nosotros
y nos olvidamos
convocados por la lluvia
de la palabra belleza
sin pensar
y somos la lluvia
contra las piedras
y contra el lago
y la tierra de la que brotan
los insectos y los sapos
y dejamos nuestro hogar
para buscar el hogar
del mundo
y somos el hogar
nosotros somos la espada
Devociones
(una secuencia)
I
Algo me alcanza
no puedo decir que eso es una certeza
porque certeza es la carne
el alma de los plebeyos
No aspiran a nada
han rescindido el contrato de propiedad
con Dios y su cuerpo
ahora descubre por fin
la claridad del sol dorándoles la piel
II
En este orden de las cosas,
la unidad se asoma con la potencia de un grito
invitando a una guerra
en la que serán necesarios
-por lo menos-
todos los hombres
III
Cuando el hombre se supere en el hombre
llegarán también las bestias
a dar la bienvenida
y la guerra será total
para conquistar así
la densidad del mundo
la sustancia:
esa cosa
que las palabras no tocan
IV
Polvo y ceniza
no son lo mismo
Ceniza es la memoria del fuego
polvo, la huella de un olvido
V
A los plebeyos
la memoria y el fuego
No hay infierno
Las cenizas no son
de azufre abismal
son de hueso
VI
Sobre ceniza se construye
la ceniza es fuerte
Nuestro sedimento será firme
de victoria
y el polvo de los enemigos
el barro húmedo
informe
VII
Palabras
para que la existencia
a los traidores
les resulte pesada
como un lastre
Palabras
con empuñadura
filo
embestida de catafracta
Palabras
que no sean necias
que interroguen a las cosas
hasta que vivir sea sólo
oficio de valientes
VIII
Los plebeyos sobreviven
hay en la cadena de sus ojos
un testimonio que se remonta al día
que un traidor dijo
“la tierra es mía”
IX
Lo Real me inunda
se abre paso a través
de las heridas que provocan
las cosas
cuando
habiendo dejado de velar
por el mundo
se acercan a tocarme
X
La guerra es
contra los aliados del tiempo
Romper:
por fuera
todo es eterno
Noticia Biográfica
Alan Ojeda (1991) Es Licenciado en Letras (UBA), Técnico superior en periodismo (TEA) y se encuentra cursando la maestría en Estudios Literarios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Tres de Febrero. Es docente de escuela media, periodista e investigador. Coordina los ciclos de poesía y música Noche Equis y miniMOOG, y conduce el programa de radio de cultura electrónica írea MOOG (https://web.facebook.com/area.moog); colabora con los portales Artezeta (www.artezeta.com.ar), Labrockenface (www.labrokenface.com), Danzería (www.danzería.com). Es editor y creador de los portales www.nocheequis.com y Código y Frontera (http://www.codigoyfrontera.space). Publicó los poemarios Ciudad Límite (Llantodemudo 2014), El seí±or de la guerra (Athanor 2016) y Devociones (Zindo&Gafuri 2017). Algunos de sus ensayos sobre música electrónica y tecnología pueden leerse en www.revistaluthor.com.ar. Actualmente se encuentra realizando investigaciones sobre literatura y esoterismo para su tesis de maestría.