Edición 38
Poemas de Doctor Kafka de Juan Gustavo Cobo Borda
Doctor Kafka
III
K. sentado en su escritorio
se levanta y mira por la ventana:
Praga.
Sin embargo la superficie
de su mesa de trabajo
está recubierta de recortes
sobre moda o religiones,
literatura judía,
manifiestos anarquistas,
o fragmentos sobre un tal K,
no Kafka, o Joseph K.
Un agrimensor y un condenado
a la espera del juicio.
El proceso será dilatado,
con aplazamientos y subterfugios
inexplicables.
La vida no es acaso la postergación
por cuarenta y un años
de un encuentro inevitable.
De un manuscrito,
ya ilegible.
XI
Acumula pruebas contra sí mismo
para el tribunal que ya
lo ha condenado de antemano
Por ello entrega momentos
de indecisa cobardía
y lamentables episodios
de doblez y falsedad.
Pero no hay nada que hacer:
al engañar ha vivido engañado.
Al vislumbrar el paraíso
lo pierde, mientras un tesoro próximo
se ensucia, ante otro,
que en verdad no vale mayor cosa.
Doce días
Sólo restan doce días
para conocernos,
para que el pasado,
al parecer inconmensurable,
se convierta en una ofrenda más.
Hay que dar todo, con premura,
para comprobar que no hemos dado nada.
Que es necesario crecer
y reiventarnos
para estar a la altura
de ese otro,
tan próximo y tan ignorado.
El exilio interno
La boca cosida para no maldecir
ni al sargento ni al caballista.
Con poncho y zurriago,
terneras mamonas
y ferias con olor a boñiga.
A esto estamos reducidos,
a la insignificante parcela
de un país a trasmano
sin vías, puertos o túneles de fuga.
Cárcle cómoda y ya establecida
donde todos nos conocemos
y hacemos favores mutuos
sin riesgo alguno.
Indignos pero satisfechos al fin
con nuestra abulia
que lima con suavidad los días
y entrega obras endebles pero resignadas,
exactos reflejos de nosotros mismos.
Afuera, el mundo íntegro.
Contrato de prestación de servicios
Acepto ser musa.
El poeta, por su parte, se compromete
a exaltar la reposad amadurez de mi belleza.
(Cuanto mira lo desvirtúa).
EL haber sobrevivido por medio siglo
entre crisis de desaliento
y euforias un tanto histéricas
me hacen estar presta
para las responsabilidades del cargo.
Me alegra recibir el homenaje imperecedero
de la palabra
(tan falaz, tan efímera, tan ruin).
¿Qué tengo para ofrecer a cambio?
El juego perpetuo de atracción y rechazo.
De rigor y libertinaje.
Cuanto anhelo es que me respeten
hasta que yo misma conceda
que me irrespeten en el desafuero,
la impudicia y la dulce exaltación.
Habrá, claro está, días libres
y vacaciones pagadas.
La palabra es la casa del ser
En la cada vez más despoblada
casa de la poesía
sólo subsisten ausencias.
Debería comenzar por el Torreón del Renegado
en Chillán, Chile,
donde Gonzalo Rojas,
subido a un árbol,
hace gimnasia.
Su teléfono: (42) 211 900.
Pero no necesito ir tan lejos.
Marco en vano el 62 30 702
de Fernando Charry Lara.
Me pregunto si en su apartamento
(quinto piso)
subisten las cartas de Aleixandre,
Cernuda, Guillén, Salinas
y aquel libro de Cardoza y Aragón sobre pintura.
Qué casa tan fría,
desvencijada y llena de costuras
y el techo horadado por la lluvia
es ahora la casa de la poesía.
En San Simón 62, Colonia Portales,
los infinitos gatos
de Carlos Monsiváis
se deslizan imperturbables
ante el timbre del 52 39 47 62.
Sus pelusas aún afectan la traquea
del propietario
mientras el polvo se acumula
sobre periódicos y revistas,
discos y afiches
y películas de Tintán y Tongolele.
Esas casas ya sólo subsisten
en deshilachados sueños
nos abren sus puertas
para recorrer bibliotecas, admirar pinturas,
revivir si acaso un fuego extinto.
El abarrotado estudio de André Bréton,
en la rue Fontaine,
donde vivió de 1922 hasta su muerte en 1966,
con sus Chiricos y los Mirós.
Las máscaras de la isla de Pascua
y la Columbia Británica,
y los libros con las dedicatorias de Apollinaire,
ahora está íntegro
dentro de una gran caja de vidrio
en el Museo Pompidou.
(Debe ser otra broma de Marcel Duchamp).
O el apartamento de Charcas y Maipú
donde imperaban las enciclopedias
y el Shorter Oxford.
En una papelera
se acumulan los tubos
con los doctorados honoris causa
otorgados por todas las universidades de todo el mundo.
¿Podemos edificar de nuevo la casa de la poesía
si la estufa no prende,
los calentadores oxidados expelen un agua turbia
y los vestidos, en el clóset, se apolillan=
¿Quién abrirá de nuevo los libros
(tantas ediciones de Nerval que coleccionaba Neruda)
para levantar, una vez más, la casa de la poesía?
Vea también: Ocho poemas para recordar a Guillermo Martínez.
Noticia Biográfica
Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá 1948). Poeta y ensayista. Fue director durante una década (1973-1984) de la revista ECO de Bogotá. Ha ocupado cargos diplomáticos en Buenos Aires, Madrid, y ha sido embajador en Grecia.
En 1985 el Fondo de Cultura Económica de México publicó su polémica Antología de la poesía hispanoamericana. Entre sus libros de ensayos se destacan Para llegar a García Márquez (1997) ya traducido al francés, y Borges Enamorado (1999).
Desde 1974, cuando publicó su primer libro de poemas, Consejos para sobrevivir, ha mantenido una continuidad creativa reflejada en títulos como Todos los poetas son santos (México, Fondo de Cultura, 1987). Dibujos hechos al azar de lugares que cruzaron mis ojos (Caracas, Monte Avila Editores, 1991), y La musa inclemente (Barcelona, Tusquets Editores 2001).
Entre 1975 y 1982 en el Instituto Colombiano de Cultura, fue editor de las colecciones del Instituto que alcanzaron ciento sesenta títulos, preparando y prologando algunos de ellos como los dedicados a la revista Mito y a las obras de Luis Tejada, Hernando Téllez, Jorge Zalamea y Aurelio Arturo.
Miembro de número de la Académica Colombiana de La Lengua, desde 1993, y correspondiente de la Espaí±ola, ha participado en la nueva edición del Diccionario de La Lengua Espaí±ola. Como él mismo lo dice: “Otra forma de escribir poesíaâ€.
Entre abril de 1996 y diciembre de 1997, como asesor cultural de la presidencia de la República, fue el editor de los cuarenta títulos de la Biblioteca Familiar Colombiana.
Ha sido jurado tres veces del premio Juan Rulfo, de Guadalajara, México. Del Rómulo Gallegos (Caracas), del Reina Sofía de poesía iberoamericana (Madrid) y del Neustad, Universidad de Oklahoma, U.S.A.
Sus libros sobre artistas colombianos han sido pioneros en su género: Juan Antonio Roda (1976), Alejandro Obregón (1985), Juan Cárdenas (1991) y Sofía Urrutia (2001). En el 2002 Villegas Editores reunió sus ensayos sobre 15 pintores colombianos con el título de Mis Pintores. Desde su primer libro de ensayos, La Alegría de Leer (1976) ha prestado especial interés a la literatura brasileí±a y ha escrito sobre Machado de Assis, Joí£o Cabral de Melo Neto, Nélida Pií±ón, Clarice Lispector y Rubem Fonseca.
Ha sido editor del volumen colectivo Historia de las empresas editoriales de América Latina -Siglo XX – (Bogotá, Cerlalc 2000). Y con selección y prólogo suyo el Fondo de Cultura de México editó su antología: Premio Juan Rulfo una década (2002). Escribió, asi mismo, el texto del catálogo de Fernando Botero correspondiente a su exposición en Venecia en el 2003.
En el 2003 Villegas Editores ha publicado la tercer edición, corregida y aumentada de su Historia de la Poesía Colombiana -Siglo XX, de José Asunción Silva a Raul Gómez Jattin.
Entre las últimas publicaciones de Cobo Borda se destacan una amplia seleccion de sus ensayos con el título de Lector Impenitente publicó el Fondo de Cultura Económica de México en 2004, y su paralelo entre García Marquez y Alvaro Mutiz titulado Lecturas Convergentes (Bogotá, Taurus, 2006, 366 páginas). También el 2006 Panamericana Editorial de Bogotá publicó su monografía sobre el pintor Fernando Botero dentro de su serie 100 personajes 100 autores. Y en el 2007 Editorial Norma publico su amplia compilación El Arte de Leer a García Marquez con trabajos de Koetzee, Updike, Burgess, Perry, Anderson, Monsivais y Juan Bosch entre otros