Edición 39
El Ángel Editor: Selección de poemas de Juan Suárez Proaño
De Hacen falta pájaros (El Ángel Editor, 2016)
Poeta
Si hay cárceles donde no cabe ni un suspiro,
si entiendes del abandono
y sabes que los cortes más limpios provienen
de los pájaros.
Si al cristal de tu ventana
rasgan las uñas del tiempo
como voces detenidas,
si tus párpados
llevan un sueño desaparecido
y soportas ser acribillado
por las cosas que no dijiste.
Si comprendes el incumplido final de tus derrotas
y escondes el deber de tus manos
en una caricia.
Si no te tienes
ni a ti mismo.
Dime cómo haces después de todo
para seguir creyendo
en el poema.
Cotidiana
Este teléfono dañado no sirve de nada
y sin embargo sigue aquí
sobre la mesa
como parte de todo,
quizás lo conservamos porque nos gusta el martirio
de su silencio,
o el ronquido ausente
al otro lado de la línea telefónica.
El calendario dice que mañana es domingo
que ayer fue domingo
que hoy también lo es.
Repaso uno por uno los agujeritos
que encontré en el tejado,
coloco debajo baldes para que recojan la gotera
y remiendo con fotografías
los agujeros de la memoria.
Intento convencerme de la buena salud
de los buenos tiempos venideros
de que pronto cambiará el titular del diario
que mi cabello dejará de caerse prematuramente
delante del espejo.
Repito en voz baja que las manchas en mis mejillas
son solo alegría a medias,
que mis dientes siguen igual de blancos
que esta tarde el poema
golpeará atrevidamente
todas las ventanas de la casa.
Algo muere a lo lejos
cayendo despacio sobre la tierra.
Sonrío apenas
porque no he sido yo.
Ocaso
El ocaso tiene el color de dos cuerpos
cansados y difusos
detrás de la bruma,
como un país sin frontera
como el agua inquieta bajo un barco
como dos gotas en una sábana
como la sed de todos los días
como un río.
Tormentas
Aquel día
la ciudad parecía un estanque.
Llovió sobre las plazas
las escuelas
la sangre de los años,
se inundaron los hospitales
y los días,
los pájaros suspendieron su vuelo,
los perros callejeros mordían la luz
de los faroles,
todos los adioses regresaron, cautelosos,
al puerto.
Dicen que cuando muere un hombre
llueven todas sus memorias.
Gelman
Arrojaron cadáveres a la puerta de tu casa,
te obligaron a respirar su aire moribundo
a buscar el recuerdo en las cuencas vacías de sus ojos.
Y lo hiciste, quizás porque te atormentaba menos el fracaso
que la impotencia.
Tuviste el valor suficiente para abrirles el pecho
y guardar sus almas en una vieja caja de zapatos.
Se parecían tanto a vos, Juan,
tanto a tu niñez
que las dejaste habitar tu pecho como si se trataran de crías
sedientas por amamantar un poco de ternura.
Te hicieron agujeros en la carne, Juan.
Tumbas, que no fueron en el aire
ni en el agua,
tumbas cavadas en tus lágrimas
en tus dedos envejecidos
por el lento paso de noviembre.
Te clavaron muertos en los ojos
en los armarios donde sonríes y te vistes de miseria,
muertos en los puntos cardinales
en tu pueblo destrozado por banderas y hombres
por exilios y cárceles
donde no cabe un pie
o una lágrima.
Dime, Juan,
vos que comprendes aquella soledad
que para otros es solo una amenaza posible,
dime por qué somos tan cobardes
para llorar como lo hizo Dios
cuando te vio acribillado
una y mil veces
por el nombre ausente de tus hijos.
Dime, Juan, cómo lo has hecho.
Cómo has colgado flores de cada tumba,
flores, de cada agujerito.
Crisis
No sé a qué se refieren con eso de la crisis,
intento suponer que se trata de esta evidente escasez de mangos
de abrigo y de luz.
Lo digo porque los mangos han sido reemplazados
por insípidas frutas
y el abrigo ha sido encerrado en una vitrina de supermercado.
La luz, en cambio, se ha convertido en un farol voyerista
que espía cuando hacemos el amor
a través de la ventana.
Por eso no he dormido las últimas noches
pensando en las cosas que escasean y nos faltan.
La esperanza, como siempre, prófuga de las manos
el silencio ausente en cada libro
el consejo infantil de la madre perdido en la madurez del dolor
y el olvido.
Supongo que la gente protesta en las calles
por la falta de dignidad
porque cada día es más difícil el verano
porque falta la predisposición al aire
y en las tiendas y escaparates no hay manos
ni rostros
ni promesas.
Si la crisis se trata de esta falta de insomnio
de la ausencia de hojas secas y amigos
del derroche imprevisto del amor por un jardín
una memoria
o una caricia,
si la crisis se trata de esta falta de abrazos
estamos perdidos.
Finales de año
Remolinos del tiempo ante los ojos,
como si todo lo sucedido
nos tocara la memoria.
Desde un rincón nos mira
el silencio que antecede a los secretos
las promesas sobre los umbrales
los rostros y nombres en los diarios
el susurro de la compañía
la textura de la piel de madrugada
la nostalgia de los lugares que no vimos.
Todo retorna
como una hoja sin árbol
como un día sin lluvia
como un abrazo sin bienvenida.
En mitad de todo
la noche ríe
pensando en lo que se avecina.
Cosas que se aprenden fuera de la escuela
Que la H de Horror no es muda
que el orden de los factores definitivamente altera el producto.
Que cielo es una palabra grave
y helicóptero una esdrújula
y por lo tanto no están en la misma familia.
Que la distancia siempre es aterradora
que el miedo se puede quedar cómodamente colgado
en el alambre de la ropa.
Que la porcelana no se rompe nunca
antes que el futuro.
Que todo lo bueno asusta
por eso nos espanta el amor
el recuerdo
el olvido.
Tiempos
Un día de paseo con mis padres
arrojé el juguete de mi hermano a una laguna,
no recuerdo por qué,
supongo que pensé que flotaría
el caso es que ahora, quince años más tarde,
recordamos aquella vez
en que descubrimos la crueldad posible de mi infancia
y mi hermano me maldice en silencio.
Me pregunto qué sería de aquella figurita de plástico
estancada en el fondo del lago.
Qué pasaría con la sombra que dejó mi hermano
sobre el agua.
A veces el pasado nos visita
se instala en la habitación de huéspedes
come de nuestra cuchara,
como aquella figurita de plástico
oculta y silenciosa
que sigue habitando el mundo de los vivos.
A veces nos compadece
otras,
solo nos mira
sin decir nada.
Después de todo estamos hechos de memorias
y de arena
y del tiempo necesario
para olvidarlo todo.
Buen hombre
Por la calle lo señalan con el dedo.
Dicen: ahí va el que pudo ser un gran hombre
de no haber sido tan tonto.
Ahí va aquel al que le gusta la palabra árbol
y nido y silencio.
Cuando las pronuncia, su voz tiene la textura de una sábana.
Aquel que se sienta en los jardines
y observa las hojas del invierno
que intentan sostenerse en los troncos
al igual que un abrazo antes de terminar.
Dicen que anda recogiendo el humo atrapado
en los cristales
los recuerdos abandonados, en las calles, a su suerte,
los secretos que se observan enlazados
a la costura de las camisas.
Con todo se construye una manta
para tapar el silencio.
Quizás alguien, alguna vez,
pudo hablar de él
hacerle más de un homenaje
y quizás también una estatua.
Su nombre pudo ser el nombre de alguna calle.
Pero él no mató a nadie,
no conquistó a nadie
no puso ninguna bandera sobre la tierra.
Por eso es un hombre del olvido.
Ahí va,
despacio, como suele avanzar la tarde
sobre los edificios.
Entra a su casa.
Como un árbol
como una hoja que se sostiene,
aquel hombre,
aquel que pudo ser grande,
escribe poesía.
Resistencia
Mira aquel árbol:
deja caer
de vez en cuando
temblorosas hojas secas
que no tienen un otoño
al cual echar la culpa.
Sigue lloviendo
precisamente
en los lugares donde el mundo
está harto de la lluvia.
La ausencia puede ser una calle
con paraguas,
o un solitario jardín
con hojas.
Vea también: Hugo Mujica: “La palabra ya no es un lugar donde se interpreta la realidad” – Entrevista y poemas
Noticia Biográfica
Juan Suárez Proaí±o (Quito, Ecuador, 1993). Comenzó a escribir a temprana edad. A los diecisiete aí±os terminó su primer libro A mi mundo, publicado dos aí±os más tarde (Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo de Imbabura, 2012). Su segundo poemario Lluvia sobre los columpios fue publicado en 2014. En 2015 publicó poemas y cuentos en una obra conjunta con su abuelo titulada Ternuras al caer la tarde. Hacen falta pájaros (El íngel Editor, 2016) es su último poemario. Varios de sus relatos cortos han sido utilizados como material didáctico en escuelas y colegios de Imbabura y ha sido publicado en revistas del Ecuador. Participó en el encuentro internacional de poesía “Poesía en Paralelo Ceroâ€. Actualmente es estudiante de Comunicación y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.