Edición 40
Daniela Camacho, poeta mexicana
: ritual de la desobediencia
Parto el peyote en dos para buscar mi estrella, mi niño dormido, los ojos de mi animal yéndose de un mundo a otro mundo.
Algo (podría ser un hombre cubierto de plumas) me habla con la voz de lo invisible. No me castiga. Posee el don de la memoria y la videncia, tiene dos cuerpos, dos soledades, una gramática para curar:
—Deja que un sol mental dore la piel de la mujer en ti y luego huye. Deja que tu gemela interior, tu propio diablo o culebra haga sangrar a la flecha. Cuando caiga la noche dormirás contra ti y cavarás un hoyo profundo en la arena.
[ALGO ESTÁ EN VÍAS DE APARECER]
Me quedaré siniestra y temblando a mitad de este desierto / esperando la llegada de mi hombre / mujer verdadero.
[FUEGO]
El animal que adoramos está suspendido en su reino de flores. Su esqueleto será el instrumento que ordene la tierra. Ahora que estamos a oscuras, ha llegado la hora de ver.
[LA PALABRA SE HACE POSIBLE]
El hombre cubierto de plumas destruye una flor dentada en su pecho (canta) y de esa manera emborracha a las hembras, un viento les coge la mano para llevarlas al sueño y los ojos en blanco. Oyen al sembrador de semillas, lo siguen y rezan para embarazarse. Llevan su calavera embrujada, van cambiando de nombre a todos los cuerpos, confunden los aviones del cielo con aves grandiosas.
[LA HORA EN QUE LOS CIERVOS VAN A BEBER]
Los despierta la sed y el humo de pájaros quemados por la sombra. A las cuatro de la madrugada, los hombres que se ahorcaron regresan al monte con mariposas de vidrio y estrellas dobladas que dejan flotando en el agua bendita.
[EL SOL SURGE DE SU PLACENTA]
Hay una casa en el aire adonde van a estallar los tigres y los escorpiones. Su sangre vertical advierte el sacrificio. La música de fondo recuerda ciclos menstruales. Muy pronto habremos nacido dos veces, y seremos y no la leche derramada, la osamenta caliente del venado, la cruz de madera hecha polvo entre las ancas del caballo.
: dientes de leche
I
Mientras el lobo se llena las fauces de leche, una flecha en el corazón de la cierva consuma su matrimonio con él.
La única prueba de esto es el quejido.
Un hilo de sangre —su calor— altera el sueño de la temerosa, la tocada, dicen sus padres. Al abrir los ojos, reconoce su mancha infantil en el pecho. De ahora en adelante, los objetos de costura, las tacitas de té la rechazarán para siempre.
Percute ahí. Aprende a aullar.
Al menor descuido, será tu pecho lo que amamante al mundo.
Tu olfato delimita el territorio de lo puro.
Por ahora, quedan los elementos del bosque, el combustible, la niebla. No. Queda la casa vacía, su trajecito de muerta, las fresas maduras.
Toca la cabeza del animal hasta que él te reconozca.
Haz que los árboles vuelvan en sí.
Al cuerpo que yace a tu lado,
será tu blancura lo que le dé el nacimiento.
No hay mamífera pequeña y profunda/que no intente alimentar lo salvaje.
II
Hay un animal/ una hija grávida, llena de leche, llena de pájaros, percutiendo ahí, lejos de la manada.
Sabe moverse entre las sombras, pero ha traído consigo el ojo materno para ser vigilada. Ha traído consigo la aurora, el autismo y la fiebre, su coronita de flores.
Concede su cuerpo a los milagros del bosque: aun con los ojos cerrados, se puede ver una ninfa dorada, un caballo del diablo prendido a su pecho.
Criatura del miedo, ven a libar sobre el corazón de la cierva.
Haz el performance de ocultar sus ojos en blanco.
Hay un animal/ una composición invencible, una temperatura en el recién nacido que avanza hacia el desastre. Pequeño apetito. Percute ahí.
Muy pronto el bosque ya no podrá contenerlos. Los perseguirán el deseo y los ciclos de sangre. Se buscarán las manos poseídas por la velocidad de las libélulas y, para ellos mismos, serán inalcanzables.
: para Pessoa
(i)
se puede ver al animal temblando
contra el diamante oscuro de sí mismo
se le ve colgado de su fiebre
y su rareza
(cierta cercanía con el desastre)
(silencio hermano de los trenes)
un llanto de geranios perfuma toda privación
¿qué quieren de nosotros?
hemos agotado ya las manos de pedir
la luz aquí sucede lenta
ninguna hora del día
merece que me acueste con mi cuerpo
para qué
ni este instrumento raro
con su queja de cuchillo
partiendo una cebolla o vals de pobres
mejor déjame envolverte en mi vestido
a ti que no conoces las banderas derrotadas
deja que te alivie con caléndulas y malvas
y llévate de mí los pájaros terrestres
el ámbar de su voz y toda brusquedad
de los objetos limpios
(ii)
nadie sabe cómo la ternura
se volvió una mano
sobre la cabeza rapada
cómo una boca sucia de alcohol
dejó caer en mi oído
su sinfonía de miedo y malicia
cada noche
¿eras tú el animal sin brillo
que a solas repetía
su simulacro de esplendor?
la realidad es un acuerdo sospechoso
casi un espanto
flor menstrual y heroica
entre hombres que el sueño hace salvajes
: el aislamiento de los cuerpos puros
Escucha:
Quiero un milagro para cada parte de mi cuerpo.
Janet McAdams
(a)
La enfermedad comienza aquí. Aquí termina el cuerpo, la simetría la belleza de tu rostro. El día casi. El éxtasis el trance que está por comenzar es invisible. De ahora en adelante, si piensas en la muerte, no será por ahogamiento ni electrocución ni por incendio. No habrá espacio entre tu máscara y tu piel para anudar la soga, temerás a los cuchillos y al veneno y las alturas. De ahora en adelante, acopiarás tumores
como una alucinada.
PEQUEÑA CAJA DE CRISTAL DONDE SE EXHIBE:
bala mágica o sexual
pequeña joya
pequeño monstruo
Soy un pensamiento vertical. Una caída.
La palidez me separa del mundo.
Mi fábula de moribunda tendrá fin
antes de que el extranjero pronuncie mi nombre.)
(d)
En la enfermedad, como en el sueño, el sexo es absolutamente real.
Escucha:
Tu sombra,
tu camino de animales,
es irrepetible.
Ahora vas a quedarte muy quieta. Vas a apagar en ti a la desbocada. Te crecerá una madriguera un cielo adentro de los ojos. Vas a preguntarle al incendio por tus manos.
(El hospital ha devorado la casa.
Estoy aterrada
en un presentimiento.)
Noticia Biográfica
Daniela Camacho (México, 1980) Poeta y traductora. Publicó los poemarios Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008 y Fondo Editorial Fundarte, 2010), [imperia] (Fundación editorial el perro y la rana, 2013) y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008); así como el libro-objeto Pasaporte (C-acto, 2012), en edición trilingí¼e, junto a Natalia Litvinova y Beatriz Paz. En 2014, junto al artista visual Christian Becerra, publicó dos libros de artista para la Colección Artes de México: Carcinoma y Híkuri, que han sido exhibidos en distintas galerías del país. Compiló la muestra Hijas de diablo hijas de santo. Poetas hispanas actuales, para La Raíz Invertida en Colombia y forma parte de diversas antologías. Ha vivido en Tokio, Lausana, El Cairo y, actualmente, reside en el Sureste mexicano.